Que es mejor, aprobar todas o suspender alguna asignatura?
Es una
pregunta con trampa a la que debemos dar una respuesta sencilla, clara y sobre
todo con contenido. Todos los padres queremos que nuestros hijos aprueben todas
las asignaturas y si es con nota mejor. Inculcamos a nuestros hijos e hijas que
es muy importante estudiar y aprobar los exámenes, así como prestar siempre
atención en clase y portarse bien. La verdad es que nos tendríamos que plantear
si estamos exigiendo mucho o poco en función de las habilidades,
capacidades y competencias de nuestros
hijos. Lo malo de todo, es que cuando un niño suspende o no consigue los
objetivos de aprobar todas las asignaturas, creemos que algo malo está pasando,
como que no ha estudiado lo suficiente, que no ha prestado atención en clase,
que no se entera o en algunos casos, que ha tenido un despiste. Pocas veces
enfatizamos nuestra atención en el modelo educativo que nuestros hijos están
padeciendo o en la falta de habilidades de algunos de los profesionales que se
dedican a la maravillosa aventura de educar.
También le damos poca importancia a la grandeza de ver nuestros errores, para ser más conscientes de ellos y poder sacar conclusiones positivas que permitan a nuestros hijos madurar, crecer interiormente o tomar mayor conciencia de su situación personal. Un error siempre es una oportunidad de mejora y así hay que verlo. Para nuestros hijos o alumnos, suspender una asignatura es uno de los primeros fracasos a los que se enfrentan en sus edades escolares. Muchos de ellos tienen incluso miedo de comunicárselo a sus padres. Otros ya están acostumbrados a suspender dado que los adultos le estamos condicionando constantemente con verbalizaciones como “es que no te enteras de nada” “es que no estudias lo suficiente y te van a cargar” “es que siempre estas despistado en clase” “es que…..”
También le damos poca importancia a la grandeza de ver nuestros errores, para ser más conscientes de ellos y poder sacar conclusiones positivas que permitan a nuestros hijos madurar, crecer interiormente o tomar mayor conciencia de su situación personal. Un error siempre es una oportunidad de mejora y así hay que verlo. Para nuestros hijos o alumnos, suspender una asignatura es uno de los primeros fracasos a los que se enfrentan en sus edades escolares. Muchos de ellos tienen incluso miedo de comunicárselo a sus padres. Otros ya están acostumbrados a suspender dado que los adultos le estamos condicionando constantemente con verbalizaciones como “es que no te enteras de nada” “es que no estudias lo suficiente y te van a cargar” “es que siempre estas despistado en clase” “es que…..”
Qué pena.
Estamos haciendo que los errores de un alumno se conviertan en su verdadera
razón de ser. No sabemos aprovechar la oportunidad de mejora que nos
brinda un error. Cuando un alumno consigue por sí mismo y con ayuda de su profesor o de sus padres,
las conclusiones por las cuales no ha conseguido los objetivos propuestos, se
inicia el camino de la confianza, la seguridad y la imagen positiva de uno mismo.
En caso contrario, el alumno desconfía de sí mismo, le echa las culpas a otros
y aumenta su inseguridad personal. Es el
alumno quien debe reconocer su error, es quien debe ver las causas por la
cuales no ha conseguido sus objetivos y a partir de ese momento, el error cambia
de estado negativo a positivo. Esto es educación. Lo demás es autoridad
negativa, inseguridad, desconocimiento y falta de seguridad de los padres.
Cuando un
niño, alumno es capaz de verbalizar un
error personal, analizando las causas
por las cuales no ha podido conseguir sus
objetivos a la vez que empieza a tomar conciencia de ello, es cuando será capaz
de enfrentarse a nuevas situaciones con mayor confianza. Sin embargo, si ante
un error le verbalizamos lo “burro que es” “lo poco que trabaja” “lo mal que
atiende en clase” anulamos la capacidad del niño o alumno para que él pueda
expresarlo, de tal forma que tome mayor conciencia de lo sucedido. Cuando somos
nosotros quien le verbalizamos sus errores, se merma la capacidad de reacción
de nuestro hijo.
Por lo tanto,
ante la pregunta inicial, siempre que un niño reconozca su error, será capaz de
poder reiniciar un cambio interno, podrá ver una oportunidad de mejora global al
error cometido y estar más motivado para enfrentarse a situaciones difíciles que
la vida por si misma le irá poniendo en su camino. Es muy importante que los
padres y profesores ayudemos de una forma efectiva a los alumnos a superar
momentos difíciles pero no imposibles de conseguir, evidentemente teniendo las características personales del
alumno y la situación de referencia. Si conocemos bien a nuestros hijos,
podemos hablar con ellos para que interioricen al máximo el error y potenciar
la motivación para poder superarlo con seguridad y confianza.
Por lo tanto,
en el caso que mi hijo alguna vez suspendiera alguna asignatura en sus años
escolares, tendría que generar el contexto adecuado para que mi hijo pudiera
con mi ayuda, aprender positivamente del error cometido y en la medida de lo posible, que no volviera a
darse.
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