Ya estamos de vuelta del verano.
Comenzamos la vida ordenada, estructurada que nos marcan los horarios laborales
y el de los colegios de nuestros hijos. Toca madrugar, tener preparadas las
cosas, las prisas por llegar a tiempo y un sin fin de cosas.
Nuestros hijos han pasado un
verano donde lo normal es que las normas y los horarios así como determinadas
obligaciones se hayan pasado por alto. Siempre digo que el verano los niños y
niñas se “asilvestran”. No está mal del
todo que de vez en cuando rompamos con las normas y la monotonía de hacer
siempre las mismas cosas. No olvidemos
que los niños son creativos y estar haciendo siempre las mimas cosas y rutinas
hacen que se comporten mal o se desajusten conductualmente.
Lo que toca ahora es volver a la
norma. Dependiendo de las edades tenemos varias oportunidades que no debemos
desaprovechar. A los más peques, los hábitos de sueño, higiene y juegos, les vendrá
muy bien para adaptarse a nuevos horarios. Hay que ser constante en estos hábitos y de
forma natural, la adaptación será buena. Muchos de ellos, iniciaran su camino
en una escuela infantil o en un colegio nuevo. Esto va a suponer unos cambios a los que tenemos que estar bien
atentos. Volver o iniciar el colegio hace que el niño mejore su autonomía personal
a todos los niveles, especialmente porque se separa físicamente de su mundo
familiar mas cercano, donde los padres y madres vigilan atentamente a sus hijo
y cubren todas las necesidades. Pero es en el colegio donde nuestro hijo va a
tener que relacionarse con compañeros iguales a él o ella, en entornos
diferentes donde va a tener que poner todo de su parte para superar esta
etapa. Esto significa que tiene que ver
las cosas de diferentes puntos de vista al suyo propio, de naturaleza egoísta. Deberemos
estar atentos a posibles situaciones que dificulten temporalmente este periodo
de adaptación. Estas situaciones son problemas en conciliar el sueño nocturnos,
que dejen de comer, que estén muy sensibles llorando por cualquier causa o que
nos demos cuenta de algún cambio significativo en su forma de ser.
Aquí los padres y profesores
tienen mucho que hacer para que todo vaya con naturalidad. Hay que observar,
mirar y darnos cuenta de cualquier cambio que directa o indirectamente influya
en nuestros hijos con el fin de superar cuanto antes cualquier grado de
ansiedad que esta situación genere al entorno familiar. Los padres debemos
demostrar seguridad y confianza en las decisiones que tomemos y comunicar al
niño lo positivo de todo ello aunque percibamos que por su edad o situación no
nos haga ni caso. NO debemos demostrar desconfianza en los centros educativos y
mucho menos en nuestras actuaciones.
Con respecto a los más mayores,
la vuelta al colegio y la llegada de las normas o rutinas, es algo fácil de asumir. Lo bueno de todo, es
que podemos implantar desde el principio los hábitos que deben asumir nuestros
hijos desde YA. La mochila, la ropa, el cuarto de baño, la habitación, los
tiempos de la consola para jugar a los videojuegos, el tiempo de ver la tele, poner
la mesa, lavarse los dientes, hacer los deberes…. La regla numero 1, es no
repetir las cosas igual que el curso pasado, donde cada dia, repetía a mi hijo
lo que tenía que hacer. A pocas personas les repiten en su trabajo todo lo que
tienen que hacer cada dia. Dejemos claro y por escrito las cosas que haya que
hacer a diario, cuando, como y donde. Que inicie el camino de la
responsabilidad, la toma de decisiones y saber las consecuencias que uno tiene
cuando no cumple sus cometidos. Démosles uno voto de confianza y apliquemos el
valor de la educación donde se merece estar y NO chillando ni castigando día tras día a nuestros hijos. Muchos
de vosotros pensareis que esto es difícil. Aquellos que lo piensen, la
posibilidad de éxito en esta bonita tarea se reduce en más de un 50%. Tenemos que
confiar en nosotros mismos un poco más, en confiar en nuestros hijos más todavía,
y sobre todo en aumentar nuestras dosis de paciencia y nerviosismo.
Debemos iniciar el curso con
fuerza positiva, con ganas de mejorar año tras año, y no continuar con los
gritos o las desesperaciones. No hay que olvidar que nuestros hijos e hijas son
mucho más inteligentes que nosotros y no
debemos menospreciarles ni lo más mínimo. Los padres que confían en sus hijos,
que se mantienen en las normas, que son constantes y que buscan el éxito de sus
hijos y no el fracaso, son padres y madres que generan confianza en sus hijos y
les muestran el rol propio de lo que se espera de ellos a medida que van
madurando.
Bueno, aquí os dejo un texto para
reflexionar, para comentar o para divulgar. Y si necesitas ayuda, no dudes en
que un buen profesional te ayude en la bonita y apasionante aventura de educar.
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